Infancia

Sin duda la escena más representada de la vida de Jesús es su nacimiento, pero muchas veces contemplando el  inicio de su vida en un establo, rodeado de pastores y gente sencilla, rodeado también de ángeles y Reyes, me gusta imaginar cómo sería su infancia.

Y puedo ver a María haciendo las tareas de la casa, ocupada en la limpieza, en la comida, yendo al mercado con su pequeño en brazos, preocupada porque no enfermase, para que no se hiciera daño, enseñándole a caminar, a decir sus primeras palabras, a hacer palmas con sus manitas, cantándole canciones y jugando con él. Puedo sentir lo que ella sentía como madre, pero no lo que debía sentir como Madre de Dios mientras lo bañaba o lo dormía en su regazo.

También me imagino a José, trabajando entre maderos en su taller, procurando que en aquel hogar tan humilde no faltase lo más necesario, sonriendo al ver a Jesús gatear para alcanzar a unas palomas, dándole espirales olorosas recién desprendidas de un tablón con el cepillo y haciéndole algún juguete con retazos de madera.

Y veo un grupo de niños que corren por las callejuelas del pueblo, persiguiendo a unas cabras que huyen asustadizas... y entre ellos hay un niño llamado Jesús.

Y veo más niños que juegan en el río mientras van a buscar agua... y con ellos también está Jesús.

Y también está con aquellos que llevan la cara sucia y las rodillas peladas... y con los que van a la escuela, y más tarde a robar higos.

Veo tan solo un niño como cualquier otro... pero cuyo nacimiento fue anunciado por ángeles.